LA CARIDAD Y SU CUALIDAD

La era de la Ley pasa a ser con Cristo la era de la gracia y del amor o era de la Caridad. La caridad resume en sí todas las demás leyes comenzando por el decálogo: el que ama al prójimo, cumplió la Ley. Porque: “No cometerás adulterio; no matarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no codiciarás”; y si hay algún otro precepto, se reduce a este pensamiento: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
La Ley, (o justicia) asegura un mínimo de relaciones de caridad, condición necesaria para un progreso ulterior en el amor. Además la caridad no elimina la Ley, sino que la cumple de la manera más perfecta (Rom. 13, 10). El amor no hace mal al prójimo así que la plenitud de la Ley es el amor (Rom. 13, 8-10). Por lo demás, para quien ama, la Ley es inútil. No tiene necesidad de que se le diga que ame, sirva, dé gracias, sea justo y leal, haga el bien o evite el mal; ya lo hace da solo.
A todas estas podemos resumir entonces las cualidades de la caridad:
Es la plenitud de la Ley porque resumen en sí todas las leyes.
La caridad presupone y exige la justicia no la sustituye ni la absorbe. De manera que, no se puede dar a uno a titulo de caridad lo que le corresponde por justicia.
Es verdaderamente el motivo de la libertad de la Ley. Libres porque por el pecado es esclavo el hombre mas no por el amor.
La caridad por sí sola justifica al pecador, esto es, le borra los pecados (aunque no lo exime de la obligación de confesarlos)
Es la actitud de fondo a la que Dios llama a sus discípulos, antes y más que cualquier otro deber moral. ¿Qué hay de más objetivo y de más exigente que las exigencias de la caridad?
Es una norma suprema que se puede rastrear en todos los comportamientos individuales como elemento para discernir el bien y el mal. Por eso: “Ante todo revestíos de la caridad, que es el lazo de la perfección (Col. 3, 14).
Es la caridad fraterna el primer lugar donde se rinde culto a Dios. “No quien dice ¡Señor! ¡Señor! entrará al reino de los cielos, sino quien hace la voluntad de mi Padre”; “si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas allí de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y vete antes a reconciliarte con tu hermano” (Mt. 5, 23).
Es la comunión perfecta con Dios pues establece entre Dios y nosotros la más estrecha comunicación.
No sólo por caridad se vuelve toda la vida del cristiano una liturgia, sino que el culto cristiano es la caridad, es decir, el servicio a los hermanos (no sólo el dar sino el servir es también caridad). Existe, en verdad, un cristianismo anónimo: el de aquellos que ponen su vida al servicio de los hermanos; así como hay un cristianismo puramente formal e inútil: el de aquello que dicen que aman a Dios, mientras no aman al prójimo. (Dícese fariseo a todo aquel que simula una devoción religiosa que no posee).
Al relacionar la caridad con cualquier virtud moral llegaríamos a la conclusión que la caridad es el valor ético supremo porque hace al hombre capaz de poseer el fin último sobrenatural (el Reino de Dios); esto es lo que San Agustín denominaba caritas. Pero no es el único valor ético, ya que el hombre puede realizar actos honestos sin caridad. Las mismas virtudes teologales de la fe y de la esperanza pueden hallarse en un hombre separadas de la caridad; es lo que se llama filantropía, es decir que “el servicio al prójimo” se hace no por amor a Dios sino por énfasis en el problema social o como lo definiera San Agustín: cupiditas porque se hace más por amor a sí mismo. Sin embargo, estos valore éticos son por sí mismo imperfectos, relativos, puesto que no bastan por sí solo para hacer al hombre capaz de su fin último; sólo de la caridad reciben el valor de medios proporcionados a la consecución del fin. Todos los valores diversos y distintos de la caridad son a ella como el instrumento a la mano que lo usa, como el cuerpo al alma que lo vivifica; su función, en orden a la caridad, es doble: prepararle el terreno adecuado y servir de medio para su ejercicio.
En una palabra: la caridad ordena los actos de todas las demás virtudes, y por ende es
Forma de las virtudes, en efecto, no se habla de virtud sino en relación a los actos formados.
La caridad es eterna, todas las demás virtudes así como la fe y la esperanza terminan con la muerte.
Es la señal de que hay comunidad cristiana.
Es la forma más sensible de anunciar el evangelio.
Es la misión y la acción de la Iglesia.
Es la confirmación de la fe.
Es testimonio de amor.

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