REFUGIO DIVINA MISERICORDIA (REDIMI): Contadores

HISTORIA DEL REFUGIO

Es para el año 2002 cuando comenzamos a abocarnos a la atención del indigente. Éramos un grupito de cuatro que al salir de la Misa, viéndolos tirados en la calle, comiendo de los restos que conseguían en las bolsas de basura, decidimos hacer algo por ellos. Así que, al hacer el almuerzo para nuestras familias, incluimos algunos platos extras que pudieran paliar el hambre de aquellos.
En ellos no vimos a otro ser que el mismo Cristo. Sólo esto era lo que nos impulsaba a tratar con aquella gente que, además de su deteriorado aspecto físico, inducían miedo y hasta terror en algunos casos.
Poco a poco fuimos entrando en mayor confianza claro, sin dejar la distancia que cada caso ameritaba. Fuimos conociendo a cada uno de ellos, su personalidad, sus problemas, sus debilidades.
Esto permitió que organizáramos algunas jornadas de trabajo especiales. Hicimos llamados a través de las Misas para que, el que pudiera, contribuyera con alimentos crudos. Nuestro párroco nos prestaba el Centro juvenil Don Bosco en donde preparábamos los alimentos y luego de hacer correr la voz entre ellos mismos, los invitábamos a un suculento almuerzo. En otras oportunidades, estas jornadas contemplaron servicio de aseo personal y asistencia médica las cuales coordinamos con organismos públicos y privados.
En nuestras visitas al Santísimo siempre pedíamos por ellos hasta el día que sentimos un llamado especial para que fuéramos nosotros quienes nos abocaramos por ellos. En una de esas visitas, el propio Jesús nos inspiró el nombre que deberíamos utilizar para el ejercicio de esta obra: Refugio de la Divina Misericordia. Fue entonces cuando decidimos crear una Asociación Civil que formalizara y reglamentara todas nuestras actuaciones.
La Asociación Civil “REFUGIO DE LA DIVINA MISERICORDIA” es una institución de Caridad que viene prestando sus servicios desde el año 2004.
Dicha asociación de Caridad la constituimos un grupo de 16 personas, la mayoría de ellas mujeres, pertenecientes a la Parroquia Santa Cruz de la Ciudad de Puerto La Cruz del Estado Anzoátegui, quienes, sensiblemente motivados por la presencia, en número significativo, de personas en estado de indigencia que deambulan diariamente por las calles de nuestra ciudad, decidimos unirnos para poder atenderlos, prepararlos y de ser posible, insertarlos nuevamente a la sociedad. Con esto, aspirábamos cumplir con uno de los preceptos básicos del evangelio: "Dar de comer y beber al hambriento y recibir con amor al forastero"
A tal objeto, alquilamos una casa ubicada en la calle “Los Cocos” de la ciudad de Puerto La Cruz.
Gracias a la colaboración de algunas empresas, pudimos equiparla con congeladores, enfriadores, muebles, ventiladores, sillas, mesones y ropa que sería destinada para vestir al indigente. Por otra parte, al enterarnos del programa alimentario del Gobierno solicitamos la consideración de que esta casa se convirtiera en una Casa de Alimentación para así optar a la dotación de alimentos. La propuesta fue aceptada de inmediato. Nos instalaron los equipos básicos necesarios, nos suministraron ollas, platos, cucharas y demás utensilios y comenzaron a despacharnos semanalmente alimento crudo para atender a 150 personas.
Al mes de haber alquilado la casa, ya estábamos trabajando en el compromiso asumido. Se contrataron como cocineras a unas mujeres que estaban inmersas en la miseria, a quienes, como parte de pago, se les daba diariamente comida ya cocida para ella y toda su familia, además, entre el grupo recogíamos algún dinero que les dábamos para que cubriera los gastos de transporte y demás gastos de la casa.
A través de esta Casa hemos podido dar al indigente un medio para que pueda garantizarse por lo menos el alimento diario y contar además con una institución que pueda ayudarlos en algunas de sus necesidades. Nosotros los escuchamos, oramos con ellos, les damos ropa cuando podemos, les damos algo de nuestro amor. Estudiamos la causa de su indigencia y seleccionamos los que más fácilmente pueden reinsertarse en la sociedad. Está de más decir que muchos de ellos tienen graves vicios y problemas de conducta, unos son borrachines, otros son drogadictos, otros tienen graves frustraciones. En fin, hombres olvidados por la sociedad, sin embargo, consideramos que todos son rescatables, unos más tempranos que otros.
Es oportuno señalar que antes de abrir la casa, estuvimos asesorándonos a través de “LA CASA DEL PEREGRINO” y “EL COMEDOR PADRE PÍO” ambas instituciones ubicadas en la ciudad de Caracas desde hace más de 14 años.
Bien, son a estas personas a quienes hemos decidido dedicar nuestras vidas. Son aproximadamente 200 de ellos a quienes diariamente atendemos, de los cuales hay aproximadamente 60 niños, 40 mujeres, 25 ancianos, Ellos llegan a nuestro comedor y una vez sentados y previo al almuerzo compartimos algunas oraciones y damos gracias a Dios por los alimentos recibidos.
Durante o después del almuerzo, atendemos a los que se nos acercan para plantear algunos problemas y/o necesidades. A otros, los citamos para hablar con ellos y estudiar su caso. Les damos charlas y tratamos de ayudarlos en lo que podamos. A veces, los remitimos a las instituciones correspondientes, según sea el caso.
Luego de estos años de habernos iniciado en esta actividad, podemos decir con satisfacción que Dios ha actuado en algunos de ellos. Éstos, han manifestado haber sido sensibilizados por nuestras oraciones. De hecho, algunas veces los hemos visto llorar. Es ese momento, determinante para el cambio de sus vidas.
Más de cuarenta han sido los recuperados. Unos regresaron a sus casas, otros se internaron en casas de rehabilitación, otros encontraron un oficio al cual dedicarse, otros han ingresados a instituciones religiosas de los hermanos evangélicos y hoy días son líderes que buscan salvar las almas de quienes una vez fueron sus compañeros de calle.
En cuanto a los demás, los que todavía siguen en la calle, el solo hecho de asegurarles un almuerzo diario contribuye a reducir sus incidencias en actos delictivos. Ellos mismos nos han manifestado que “ya no roban para comer”, además han puesto más empeño en el control de sus vicios teniendo como repuesta inmediata una mejor apariencia física y una actitud diferente ante la vida. No pretendemos aseverar que nuestras oraciones y enseñanzas evangélicas también contribuyen a que ellos reduzcan sus incidencias en los actos delictivos pero, como dice el dicho: “tanto da el agua al cántaro hasta que se rompe”. De todas maneras, el fruto de esas enseñanzas es auténticamente medible.
Cosas increíbles hemos visto, cosas increíbles hace Dios con ellos, cosas increíbles hace Dios con aquellos que de una u otra manera contribuyen con esta obra. ¡Alabado sea Dios!
¡Que Dios los Bendiga a todos!

BIENAVENTURANZAS

Felices los que tienen el espíritu del pobre, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Felices los que lloran, porque recibirán consuelo.

Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.

Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Felices los compasivos, porque obtendrán misericordia.

Felices los de corazón limpio, porque verán a Dios.

Felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios.

Felices los que son perseguidos por causa del bien, porque de ellos es el Reino de los Cielos.

Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias.

Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el Cielo. Pues bien saben que así persiguieron los profetas que vinieron ante ustedes.

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